Las vacaciones de medio año al fin habían llegado. Dos semanas para descansar de tanto trabajo era justo lo que necesitaba. Decidí pedirle permiso a mi madre para irme una semana a la ciudad y llevar a las DIMBRIM. Accedió de inmediato, lo que fue un milagro.
Llegamos a mi antigua casa y ayudé a las chicas a instalarse rápidamente. Isabela había conseguido permiso, pero tan sólo cuatro días. Era algo complicado arreglar mi habitación para siete personas, pero como era mucho más grande que la que tenía en casa de tía Ana, al menos se podía respirar.
-Chicas, ¿se dan cuenta? Nuestra primera semana juntas como DIMBRIM.
-¿DIMBRIM? –se extrañó Isabela.
-¿Qué no le has contado? –Continuó Mari dirigiéndose a mí. Luego le explicó-: nuestras iniciales, Isa. Daniela, Isabela, Marcela, Bea, Regina, Inés y yo, Mari.
-¡Vaya! ¿Me tuvieron en cuenta para un club secreto?
-No es que sea un club secreto –reí-. Pero sí te tuvimos en cuenta. Estuviste en la pijamada, ¿no?
-Cierto, pero no imaginé que me consideraran una amiga de verdad.
-Entonces, ¿qué? –la miró Bea-. ¿Nuestra mascota?
Todas nos reímos y yo me dirigí a mi maleta. Saqué un cuaderno con tapas de cartón decoradas y hojas de muchos colores.
-¿Y eso qué es? –Daniela, por supuesto, curiosa en saber qué traía entre manos.
-Un cuaderno…
-Lo sé. Pero, ¿para qué es?
-Bueno, es un cuaderno para nosotras –ahora todas me ponían atención-. ¿No han visto en las películas que las mejores amigas siempre tienen un cuaderno, así como un scrapbook para recordar todo lo que hacen? Pues este es nuestro libro de recuerdos. Son bienvenidas cualquier tipo de fotos, comentarios, chistes, papelitos, decoraciones raras… ¡Podemos hacer lo que queramos con estas hojas! Será nuestra historia, la historia de las DIMBRIM –las chicas me miraban atentamente. Comenzaba a ponerme nerviosa cuando, de pronto, Inés se tiró encima mío y caímos ruidosamente en mi cama, que ya estaba ocupada por Isabela y Bea.
-¡Ah! –fue lo que grité.
-¡Eres increíblemente adorable! –me golpeaba Inés con las almohadas.
-¿Y así demuestras tu cariño? –carcajeé. Se detuvo, y pensé que todo había terminado. Pensé.
-¡CHICAS! –y las seis, adolescentes y niña, se aventaron en la cama abrazándome e impidiéndome respirar.
-¡Calma! ¡Calma! –tosía-. Pero, ¿qué les pasa?
-Es una idea fantástica –exclamó Marcela, a quien tenía cara a cara.
-¡Genial! –opinaron las demás.
-Guau, eres una buenísima amiga. No sé cómo pudimos dejarte ir –suspiró Bea.
-¿Así que sí se pelearon? –interrogó Isabela.
-Olvídalo, somos mejores amigas, ¿no?.
Y la sonrisa de Beatriz y mis otras mejores amigas fue suficiente para que pudiera volver a respirar.
-Esperen, todavía no estoy lista –repetía por undécima vez Marcela. Llevaba ratos intentando planchar su cabello con ayuda de Dani.
Nos arreglábamos para salir a Plaza Fontabella, un centro comercial hermoso y relajante. Me había puesto un vestido blanco con rosas de tela en el frente y unas medias negras. Isabela llevaba una de mis diademas de listón; le fascinó la de color turquesa.
Terminamos de vestirnos, peinarnos y maquillarnos y salimos para que mi madre nos llevara. Iríamos en la camioneta, por supuesto. Siete de nosotras no cabríamos en el Nissan Tiida beige de mi mamá.
Llegamos al centro comercial y la estábamos pasando muy bien. Justo estábamos comprando unos helados cuando escuché unas risas escandalosas a mi espalda, unas risas muy familiares.
-¿Regina? –preguntó un chico cuando notó que una mirada lo observaba-. No es cierto. Chicos, ¿ya vieron?
Todos voltearon al unísono cuando Sebastián hizo la pregunta. Gaby me hizo una mueca, Natalia volteó la mirada y siguió tomando su capuchino, Jimena y Marisa parecían estar en shock, el que me había descubierto tenía cara de idiota presumido, Diego tenía una mirada vacía, Mario me miró pero luego se volteó y colocó su cabeza cerca del cuello de Gaby, Carlos tuvo una resolución más sencilla y se puso a jugar con su llavero y Daniel… él traía de la mano a una chica rubia que parecía estar pasándola bien.
-Hola –dije cortadamente. Las DIMBRIM callaron.
-Nos tenías olvidados, ¿verdad? –fingió Diego riéndose. Me volteé y comencé a ordenar mi helado-. Dije –continuó-, que nos tenías olvidados –entonces se levantó y me tomó del hombro obligándome a darme la vuelta.
-¿Cuál es tu problema? –exclamé-. Suéltame. Ya.
-¿Y si no? –pero el vendedor obligó a que me soltara preguntando amenazadoramente si había algún problema.
-Son patéticos –los miraba-. Todos ustedes, simplemente patéticos. ¿Creen que son el gran tesoro de los dioses, mas bien, que son dioses ustedes mismos? Están juntos por interés, no es ninguna verdadera amistad. A ustedes las usan –me dirigí a ellas-, y ustedes son unos cerdos irrespetuosos –les estampé a ellos-. Doy gracias a mi madre que me haya enviado lejos para darme cuenta con qué grupo de patanes me estaba juntando.
-Lo que digas –oí decir a Gaby con la mirada baja.
-Sí, exacto. Lo que digo. Pobre de ti, Gaby. En cuanto Mario encuentre a otra chica te deja, y lo sabes. Lo mismo pienso de todos, a decir verdad. Igual Daniel –la chica rubia se sorprendió-. ¿Qué? ¿Creías que iban a casarse?
Ninguno sonreía ya, ni de broma. Pedí mi helado y me alejé con las DIMBRIM. Estaba muy alterada y eso se podía notar.
-Calma, Regs –pidió Marcela mientras ponía una mano sobre mi hombro.
-Lo sé, es que son unos tontos. Pero estoy bien, de veras –sonreí-. ¿Quieren que nos tomemos las primeras fotos para nuestro scrapbook?
-Eso sería genial –dijo Isabela en nombre de todas-. Ojalá Pablo estuviera aquí, así podría tomarnos él las fotos y al mismo tiempo estaría contigo, Regina.
Esa niña sabía más de lo que debía. Decidí callar, y las otras reían por lo bajo.
La misión de fotos fue, como supuso Isabela, genial. Nos tomamos como ciento cincuenta, y algunas eran tan tontas que cuando las mirábamos nos partíamos de la risa.
-¡Time for secrets! –exclamó Bea.
-¿Cómo?
-Sí, hora de los secretos para nuestro libro. Empieza Mari. ¡Vamos! Anota quién te gusta.
-Pero si ya todas lo saben…
-No lo sabe el libro.
-No lo sé yo –suspiró Isabela-. Creo que no debería pertenecer a ustedes después de todo.
-¡Pero qué cosas dices! Las reuniones y el libro son para que nos conozcamos más, precisamente –expliqué.
-Bien, bien, hora de los secretos, como digan –Mari se aproximó al libro con la pluma verde limón de tinta negra que yo había diseñado especialmente para el libro. Escribió con mucho cuidado-. “Rodrigo es un encanto y es todo mío, mío, mío, mío, ¡¡¡¡MÍO!!!!” –leyó en voz alta.
-¡Mi turno! –Dijo Bea-. “Santiago es un tonto salido del barranco que odio demasiado; ahora mi corazón está tomándose unas vacaciones” –todas reímos mucho al escuchar lo que salía de la boca de Beatriz.
-Me toca –saltó Daniela-. “Gabo es simplemente… divino <3” –Gabo era un chico de cabello castaño de cuarto curso que traía más que enamorada a Daniela. Y era de esperarse, pues era su novio.
-Ay, sí, muy loca de amor –se burló en broma Marcela-. “En cambio, yo, Marce, tengo los pies en el suelo. ¡Sigo en espera del indicado! Ojalá llegue pronto…” –una carcajada salió de cada una. “Es que no se acuerda de Julio”, susurró Bea en el oído de Dani. Marcela le lanzó una almohada y le pasó el lapicero a Inés-. Tu turno.
Inés suspiró, pero a fin de cuentas lo escribió.
-“Mi Mariano” –y sonrió con dulzura. Inés sentía más que amistad con él, pero lastimosamente él no le correspondía pues quería a Cecilia. Inés no apagaba sus esperanzas, pero igualmente le daba espacio, pues pensaba que amor verdadero era dejarlo amar a quien quisiera y desearle felicidad sin obligarlo a nada.
-Ahora, Isa –me miró furtivamente. Claro, querían dejarme para el final. Los nervios comenzaban a asomarse en mi estómago.
-Pues a mí no me gusta nadie –admitió.
-¡A todos nos gusta alguien! Excepto a Marcela, aún no.
-¡Pues estoy igual que Marcela!
-Anótalo de todas maneras.
-“No me gusta nadie y eso es… COOL” –rió Isabela de su propia salida. Todas, como era de esperarse, hicimos lo mismo-. Ahora tú, Sunny Daze.
-¿Sunny…?
-No pregunten –les advertí-. Está bien, es mi turno –pero sonó mi celular, y casi desmayo cuando vi el identificador. No podía ser cierto…-. ¿Hola?
-Hola, Reggie –saludó Pablo-. ¿Cómo estás?
-Muy bien –las chicas se moría por saber quién era, pero no se los diría-. ¿Y tú?
-Disfrutando que hace una semana me quitaron el yeso.
-El tiempo se pasa volando, ¿no?
-Demasiado –paró-. ¿Regresas en una semana, verdad?
-En seis días, realmente. Isabela regresa en dos.
-Llámala Isa, lo prefiere –aconsejó-. En realidad, haz lo que quieras.
-Claro –reí-. ¿Por qué me preguntabas?
-El otro sábado iremos al puerto con Luis –otro de sus amigos-. Nos quedaremos dos noches. Me preguntaba si querías acompañarnos. Van a ir las chicas de mi grupo y otras cuantas; se quedarán todas en dos habitaciones únicamente para ustedes. Nosotros dormiremos en otro cuarto.
-¿Y estás seguro que todos y todas quieren que vaya? –me preocupé.
-Por supuesto que sí, eres mi invitada de honor –bromeó-. Puedes traer a las chicas si quieres.
-¿Bromeas?
-No, Luis está aquí mismo, a la par mía. Dice que todas están invitadas.
-Pásamelo.
-¿Es que no confías en mí? –rió.
-De acuerdo, te creo. Pediré permiso, te aviso más tarde, ¿si?
-Perfecto –pude sentir un gesto de felicidad a través del celular.
-¡Perfecto! –dije yo más emocionada.
-Oye… -continuó, ahora bajando la voz-. Te veo después.
-Así es –sonreí-. ¡Adiós!
-Adiós, Regina, mi rayo –y colgó de inmediato. Me quedé sin respirar. GUAU. Eso había sido… definitivamente asombroso. Corrí de vuelta dónde estaban todas las chicas preguntando como locas quién había llamado y tomé la pluma. Antes de escribir, miré a Isabela y le dije-: Promete que no saldrá nada de tu boca acerca de lo que hablamos en estas reuniones.
-Lo prometo, jamás traicionaría a las DIMBRIM.
-¿Lo juras?
-¡Absolutamente!
Eso me bastaba. Tomé el cuaderno y anoté: “Papo. Porque me trata mejor de lo que merezco, porque me hace estar feliz, porque es él. Es la perfección”.
El resto de la semana no fue muy digno de mencionar en el cuaderno. La pasamos muy bien, pero sin nada fue de lo normal. Les había contado a las DIMBRIM lo del sábado, justo un día después que Isabela tuvo que regresar a casa. Lo hice porque Pablo no me perdonaría haberla emocionado con ir al puerto con nosotros sabiendo que no podría. La pobrecita trataba de demostrar que no estaba enferma, pero se notaba su fatiga y desgana a cierta hora del día.
Las otras DIMBRIM estaban felices con la idea, pero no todas estaban seguras de poder asistir. Marcela tenía un bautizo planeado con meses de anticipación: el de su propio primito. Mari iba a ir a una reunión de animales y estaba súper emocionada. Inés debía rogar a sus padres, así que sólo quedábamos Bea, Daniela y yo.
La semana acabó y regresamos al pueblo. Mi tía estaba feliz de verme, y yo también me alegraba en el fondo. Siguió así hasta después de dos días. De repente, estaba completamente cambiada. Enojada y distante. Y mi madre llegó. ¿Qué pasaba que hasta mi madre había tenido que llegar a la casa?
-Llegó una carta –me dijo fuertemente.
-¿Y de quién, mamá?
-No lo sabemos –habló mi tía-. Pero pudimos leer lo que contenía, por supuesto.
Me estaba poniendo muy preocupada. ¿Alguien me podía decir qué estaba ocurriendo?
-Me están asustando. ¿Qué ocurre?
-Debí haberte enviado a un internado, lo sabía, Regina. Y pensar que yo creía que habías cambiado.
-Mamá, es en serio. Dime qué pasa.
-¿Y por qué no lees tú misma, mejor?
Tomé la carta de sus manos y se me congeló el corazón.
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Muy bien, aquí está el capítulo número trece. Díganme que las dejé en suspenso!!!! Ya verán lo que es... Creo que estoy repitiendo muchas veces la palabra sonreír o sonrisa, pero es que no existe un sinónimo para eso y es lo que quiero que hagan los personajes... Qué complicado...
Todos los comentarios son súper recibidos. Inviten a todos a mi blog! También recuerden mi otro blog!
Perdón por publicar tan noche, pero es que no tuve tiempo en el día y me distraje bastante cuando comencé a las ocho a escribir... Creo que es el capítulo en el que más me he tardado porque lo sentí interminablee -_-
Sé que les prometí un test en mi otro blog, pero resulta que ya me están sacando de la compu porque la quieren usar. Mañana lo pongo de seguro :D
No sabía que poner para que Pablo le dijera a Regina... sólo se me ocurrió "rayo" por eso de Sunny Daze que inventó Isabela. Y me gustó que colgara de inmediato porque significa que se puso nervioso ^^ okaay... suficiente no? Quieren que publique mañana o lo deje para el lunes o miércoles de la otra semana? Ay me cuentan para cuándo lo quieren ;D
7 comentarios:
Oh nono no puedes hacer eso por favor publica mañana estoy en suspenspo que sera nono era todo tan perfecto bua
Lo quiero para YA! Porfa andree!
adoroooooooooooooooo a pablo ;D
OH1 y de seguro la carta decia lo que habia pasado con Regina y Santiago, pero aun asi no fue su culpa, bueno cuidate Andre ;D
P.D. Te hare un premio OKK? estara en mi blog. ;)
Para mañana!!!!
plissssss!!!
casi grito!!! y creeme que no es una muy buena idea gritar a estas horas de la noche... (11:35) y sobre todo si tus papás piensas que estas dormida...
bueno publica mañana plissss!!!
no tengo muchos seguidores que digamos pero prometo recomendarte en la proxima entrada...
estaba leyendo algunos comentarios y una chica dijo que cuando termines tu historia deberías publicarla en cerio...
Opino lo mismo...
adios y....
¡PUBLICA PRONTO!
holaaa
amo tu blogg
me encanto el capp
ojala q "Papo" tenga algo con regss
plisss q no la manden al internado por la carta
io creo q la carata es del santiago ese !!
pliss publica mañana ia qiero saber q pasa !!!
amo tu blog
BYe !!
wOww mee encantO!! ... amO tuu hiistOriia tengO qee cOnfesartee qe ya sOyy fan !! ... plz nO nOs dejes en susspensO escriibee mañanaa plss (:
vaalee cuiidaatee bss
Ahhha! Amo tu historia... Pero...
Como puedes dejarlo asi con tanto suspensooo!!??
Sube el cap mañanaaa!! Porfa!! ^^!!
Yo creo que la carta s x lo q paso con santiago!
Pro noc!! Tu eres la unica q sabee!! xB
noo xqee lo dejaaste en suspensoo qieroo saber qe pasa no creoo qe aguante amoo tu bloog y si se me hace qqe la carta es de santiagoo arshh.. publicaa prontoo pliis
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