Melinda Haynes dijo:

"Forget all the rules. Forget about being published. Write for yourself and celebrate writing".


Seguiré el consejo de Melinda Haynes.

24 de febrero de 2010

20

CAPÍTULO VEINTE. Suenan campanas.

-¿Regina?
-Espera, tía, estoy algo ocupada en este momento.

Inés se iba a ir de viaje a Panamá una semana para celebrar su cumpleaños y yo le preparaba una tarjeta antes que se fuera al aeropuerto.

-Regina, baja, es importante.

Bajé para ver que era lo “importante” que quería mi tía. Estaba ahí el doctor Solares.

-¿Qué pasa? –me preocupé.
-Bueno, Regina, nosotros queríamos darte una muy buena noticia.
-¡No! –exclamé de lo asombrada que estaba. Comenzaba a entender qué clase de noticia sería.
-¡Sí! Francisco y yo nos casaremos.
-¡Eso es genial! –me alegré sinceramente. Era justo lo que mi tía necesitaba y, por supuesto, también lo que el doctor quería-. Muchísimas felicidades –les dije abrazándolos.
-Es emocionante, ¿cierto? –casi saltaba mi tía.
-¡Demasiado emocionante! ¿Soy la primera en saberlo?
-Por supuesto –sonrió el doctor.
-¡Wow! Vaya, es fantástico, en serio –no podía dejar de sonreír.
-Qué bueno que te alegre, Regina. La boda será en un par de meses, si todo sale bien. ¿Ya viste mi anillo? –y acercó un precioso anillo con un hermoso topacio.
-Es preciosísimo –lo admiré.
-¡Lo sé! –exclamó mi tía como si fuera niña pequeña recibiendo una muñeca.
-Esto de verdad te hará sentirte chica de nuevo, ¿no es así? Ay, ¡pero qué habló…! Si tú apenas tienes treinta y dos años. ¡Qué no daría mi madre por esa edad!
-Eres tan exagerada –rió mi tía-. Apenas es siete años mayor.
-Lo suficiente para desear atrasar unos años, me imagino –me encogí de hombros.
-Hablando de tu madre, en este instante la llamaré –y corrió hacia el teléfono.
-Felicidades –repetí al doctor.
-Gracias, Regina, te lo agradezco en serio.
Cuando mi tía estuvo de nuevo con el Sr. Solares subí a mi habitación para llamar a Pablo.
-¡A que no adivinas!
-¿Son las nueve de un domingo y ya estás bañada?
-Eres un torpe… La verdad es que sigo en pijama –reí.
-Yo también, ni te preocupes.
-Mi tía se va a casar.
-¿Bromeas? ¡Eso es genial! –dijo Pablo.
-Lo sé, está muy emocionada.
-¿Tú también lo estás? No suenas del todo contenta.
-¡Claro que estoy feliz! Muchísimo, ni te imaginas.

Pablo se quedó callado un momento y, al preguntarle qué sucedía, tardó un poco más en contestar.

-Que ella y él se casen no va a significar que tú te mudarás de regreso a tu antiguo hogar, ¿verdad?
-Yo… -no había pensado en eso. Pero mi tía no se retractaría a lo de pasar un año conmigo, ¿cierto?-, supongo que no va a significar eso. Me quedaré aquí.
-¿Segura? No soportaría que regreses a la ciudad.
-Tranquilo, me voy a quedar –dije ya algo preocupada-. Oye, Papo, me voy, que debo terminar una tarjeta de cumpleaños para Inés y comenzar una para el doctor y mi tía.
-De acuerdo. Nos vemos, linda.

Pero en vez de continuar la tarjeta llamé a mi madre cuando escuché que mi tía colgó el teléfono.

-¿Mamá?
-Hola, Regina. ¡Justo en este momento acabo de hablar con tu tía!
-¡Qué casualidad! –fingí.
-¿Cómo están todos por allá? ¿Están las chicas bien? ¿Y Pablo?
-Todos muy bien, gracias. ¿Y allá?
-Sofía está más alta que la última vez que nos vimos, y eso que fue hace poco. Ahora vamos a visitar a tu abuelita en el cementerio. Queríamos llevarte también, pero por las razones que sabemos no pudimos.
-No importa, con tal que me lleves cuando nos veamos –por supuesto que tenía ganas de ir a ver a mi abuelita Carmen.
-Prometido.
-Mamá…
-¿Sí?
-Que la tía y el doctor Solares se casen no significa que me mudaré de regreso, ¿verdad?
-¿Por qué lo dices?
-No lo sé, es sólo por curiosidad.
-Siempre y cuando tú quieras quedarte en casa de Ana ella te va a recibir bien, Regina. Y Francisco es muy buena persona, él te tiene cariño.
-Lo sé. Bien, eso es todo lo que quería saber.
-¿Te está gustando allá, cierto?
-Demasiado. Quisiera quedarme la vida entera.
-Me alegro que todo esté saliendo como lo planeamos.
-Igual yo. Adiós, mamá. Debo colgar.
-Muy bien, espero que pronto nos podamos ver.
-Pienso lo mismo –y colgué mi celular ahora sí para continuar con la tarjeta de Inés.



-¿Qué vestido te gusta más? –fue la pregunta favorita de mi tía la semana siguiente. Llevaba con ella un catálogo de accesorios para novia a todas partes.
-Ya te dije que el de la página veinticuatro.
-Claro, claro…
-Tía, hoy es la fecha verdadera del cumpleaños de Isabela, así que la visitaré. ¿No hay problema?
-¿Ya terminaste tus tareas?
-Todas.
-Entonces sí. Saluda a todos de mi parte.
-Muy bien. Si viene Inés dile que estoy donde Pablo, así le puedo dar su tarjeta de cumpleaños adelantado.

La madre de Isabela salió a recibirme y me invitó a pasar, no sin antes atacarme con más preguntas sobre la boda de mi tía. Al parecer todas estábamos emocionadas.

-Hola, Regina –me saludó Pablo y me dio un dulce abrazo-. ¿Cómo estás?
-De lo mejor. ¿Y tú?
-Bien, igual. Isabela está arriba.
-Subamos, entonces –y me despedí de la madre de Pablo.
-Isi, mira quien vino –dijo cantando mi chico. Isabela estaba frente a la televisión.
-¡Hola! Feliz cumpleaños, ahora en tu día verdadero –la felicité.
-¡Gracias! –dijo suavemente. Intentó levantarse pero se notaba algo cansada.
-No te levantes, te doy tu abrazo ahí donde estás sentada.
-Está cansada, de nuevo –susurró Pablo lo más bajo que pudo sólo a mí.
-Lo importante es que ya tiene diez años y la pasó bien el fin de semana –dije, más para mí misma que para Pablo.

Me dolía ver a Isabela así, pero no había nada que pudiera hacer más que hacerla feliz.

-¿Ya sabías que mi tía se casa? –le pregunté.
-Sí, así me dijeron. ¡Qué emocionante! –y suavemente cerró los ojos hasta que se quedó dormida.
-La llevaré a su cuarto –dijo Pablo unos minutos después-. Estará más cómoda ahí.
-¿Te ayudo?
-No pesa tanto –aseguró.

Pablo la levantó delicadamente y la llevó hacia su habitación. Yo le desocupé su cama y le acomodé las almohadas. Su hermano la cubrió con una manta y le dio un beso en la mejilla.

-Me encanta la forma en que tratas a tu hermanita –susurré.
-Es mi tesoro –sonrió Pablo-. Tú también eres uno.

Salimos del cuarto y continuamos viendo televisión. Estaba terminando The Big Bang Theory cuando sonó el timbre. Era Inés.

-¡Inés! Pensé que no vendrías –alegué-. Ten, esta es tu tarjeta. ¡Feliz cumpleaños por adelantado! –y le di un muy fuerte abrazo.
-¡Eres divina! Gracias, que linda tarjeta.
-Pásala increíble en Panamá –dijo Pablo abrazándola también.
-Muchas gracias. Mariano me dio una tarjeta también, ¿sabías? –se dirigió Inés hacia mí.
-¿En serio? Qué bien… –no recordaba que justo el fin de semana que se acercaba Mariano me había dicho que se le declararía a Cecilia.
-No parece un “qué bien” de “¡qué bien!”.
-Lo sé. Se me olvido contarte…
-¿Qué cosa, Regs?

Pablo, de todos modos, ya sabía que a Inés le gustaba Mariano, así que podía hablar libremente.

-Mariano me dijo que este fin de semana le iba a pedir a Ceci que fuera su novia.
-¿Hablas en serio? –la cara de Inés se descompuso.
-Inés, te lo digo porque te quiero y debes saberlo. Pero, por favor, no dejes que esto que está pasando arruine tu semana de vacaciones. Es tu cumpleaños, recuerda.
-Bien, bien. Vaya, la noticia me ha dejado en shock.
La abracé lo más fuerte que pude y le di ánimos.
-Nadie sabe lo que en verdad sucederá –le dije-. El destino no está domado por nada ni nadie, ¿recuerdas?
-Gracias, Regina, por contarme. Es mejor que si no me hubieras dicho nada –sonrió-. Bueno, chicos, nos vemos. ¡Ya debo irme! Hoy iré a dormir a casa de mis tíos con mis padres y mañana sale el vuelo.
-¡Disfrútalo!

Inés subió a su auto rojo y se fue.

-Pobrecita –susurró Pablo.
-Pero es mejor que lo sepa, ¿no?
-Sí, ¿pero te imaginas lo que se siente? Es como si me dijeran que alguien se me adelantó contigo.
-Yo no habría dejado que eso sucediera –aseguré.



El fin de semana llegó y con él el final de julio. Ese viernes salí con Pablo al cine. No llegué a entender la trama de la película, sólo veía carros volando y partes del cuerpo saltando por todas partes.

En la noche Mariano me llamó para contarme: Cecilia había aceptado ser su novia. Mariano estaba en éxtasis. Yo me alegré mucho por él, pero al mismo tiempo me preocupé por Inés.

-¿Cómo pasó? –le pregunté a Mariano.
-En el junte de una chica de su clase, que es a lo que tenía planeado hace bastante ir hoy.
-¿Y se nota que está feliz en verdad?
-Eso dijo Rodrigo –rió.
-¡Me alegro por ti, Mariano!
-Ahora ninguno de los dos es soltero, ¿cierto? –bromeó-. Tú tienes suerte de tener a Pablo en la clase.
-Aunque no todos piensen igual, yo sí creo que es suerte.
-De todos modos me puedo ver con ella en el tiempo libre y de regreso en el bus escolar.
-¿Ves cómo todo tiene solución? –fingí madurez.
-Ahora sí que lo veo. De veras que hay ciertas cosas en el mundo que te hacen ver todo de colores, ¿no?
-Pobrecito, ¡hasta ahora te das cuenta! –molesté.
-Salgamos mañana a celebrar. Tú, Pablo, Ceci y yo.
-Me parece perfecto. Una double date. ¿A dónde vamos?
-A Sushi Itto. Tengo un antojo a sushi desde hace varios días.
-Pablo y yo comimos sushi hoy –le conté.
-Entonces sólo nos mirarán comer mañana –pareció sonar serio-. Es broma. ¿A dónde si no, entonces?
-¿Por qué no vamos sólo por un café?
-Porque tengo ganas de sushi.
-Está bien, está bien. Vas por el bendito sushi con Ceci y luego nos juntamos por un café ya más tarde.
-¡De acuerdo! Al fin comeré mi sushi.
-¡Cállate con esa palabra! Vengo repleta de deliciosa comida japonesa.
-Eres mala –se carcajeó.

Colgamos y era turno de llamar a mi novio.

-Hola, sexy –lo molesté. Me había decidido a llamarlo de diferentes y raras maneras de vez en cuando, y esa era divertida.
-Hola, hermosa –rió.
-¿Vamos por un café mañana?
-¿A qué horas?
-¿En la tarde?
-¿Vamos solos?
-¿Y por qué tantas preguntas seguidas? –comencé a reír.
-No lo sé, salió natural. Entonces vamos por un café en la tarde y solos.
-Solos no, Mariano y su ahora novia Ceci nos acompañarán.
-¿De veras ya son novios? Pobre Inés.
-Pero al mismo tiempo debemos sentirnos felices por Mariano.
-¿Debemos?
-¡Pablo!
-¡Era una broma! Qué bueno que ya son novios.
-Así es. Mañana ellos irán a comer el sushi que tanto quiere Mariano y unas horas después nos juntaremos.
-Sushi, que asco, vengo hasta el tope.
-Y eso que tú no oíste unas cinco o seis veces la palabra en la misma conversación.
-¡Ouch! –dijo de pronto.
-¿Qué pasó?
-Nada, nada, me golpeé en la cara con la puerta.

Y así continué al teléfono con mi despistado Papo.

Cuando colgamos decidí irme a dormir aunque fueran apenas las diez de la noche. Me sentía feliz por Mariano pero al mismo tiempo triste por Inés. Era difícil estar en una situación donde una de tus mejores amigas está triste por lo que pasó con uno de tus mejores amigos pero al mismo tiempo que eso que sucedió es algo bueno para él. Qué complicado. Pero además de mi “complicación”, me sentí relajada al saber que tenía buenos planes para el día siguiente.

Mandé un mensaje a Pablo para relajarme aún más:

“¡Buenas noches, Papo! Ya saboreo el café que tomaremos mañana”.

Y él me mandó:

“Yo me muero por oler de nuevo tu cabello”.



________________________
NUEVO CAP! (: hope you likeee it!!
Oigan oigaaaaaaan! Ya no comentan tanto D: tengooo mucha hambre de comentarios D: me dejarán morir de inanición?!?!?! :O Díganme sus opiniones sin penaa!!

Tal vez suba nuevo capítulo el finde, pero nada, nada es seguro porque tengo tres proyectos larguísimos para la otra semana y fijo los tengo que adelantar...

Si hoy tengo tiempo subiré nuevo post en mi otro blog :D

Wow me siento cansadísimaa!! Pero tengo mil tareas para mañana -_-

Hey! ya se acercaa el cumple de Pabloo! Ya casi es marzo, y él cumple el 14 ^^

Entonceeeeeees... MIL GRACIAS POR EL APOYO QUE ME DAN (: y espero que les guste cómo va la historia :D

21 de febrero de 2010

4

CAPÍTULO DIECINUEVE. La fiesta.

-Creo que nos hizo falta un ingrediente –dijo Pablo leyendo la receta por undécima vez.
-¿Tú crees? Porque se ve muy apetitoso… -lo que no era muy cierto, pero cuando uno es quien prepara algo de comer, siempre se ve delicioso.

Ya era el día de la celebración e Isabela y sus amigos acababan de llegar a la casa de ella. Pablo y yo nos encontrábamos en la mía preparando el postre. Eran las tres y media de la tarde, así que tal vez estaría listo en un par de horas.

-¡Tía! ¿Nos puedes ayudar?

Mi tía bajó del segundo piso y nos echó de la cocina, diciendo que ella se encargaría de todo. Nosotros no queríamos porque deseábamos ser los que prepararan el pastel de nuestra niña favorita, pero mi tía prometió darnos los créditos. Le dijimos que no pero fue en vano.

-De acuerdo, nos echaron. Subo a mi cuarto rapidísimo a cambiarme y luego nos vamos a tu casa –le dije a Pablo y le di un fugaz beso en la boca.

Me puse unos pantalones de mezclilla, una blusa blanca con cincho café y uno zapatos un poco altos también cafés. Me arreglé el pelo y me retoqué el maquillaje.

-¡Listo! –tomé a Pablo de la mano y salimos velozmente de la casa.
-Qué bonita estás –me dijo sonriendo cuando ya estábamos entrando a su jardín.
-Lo sé –presumí en broma.

El jardín tenía una bella decoración. Había globos de colores rosa, morado y blanco por todas partes, una gran mesa de regalos, muchas mesas más para poder sentarse, el área de comida donde el padre de Pablo preparaba hamburguesas, un trono de princesa para Isabela y gorritos para ponerse en la cabeza. Pablo y yo cogimos dos y nos los pusimos. También tomamos serpentinas y corrimos a buscar a Isabela.

-¡FELIZ CUMPLEAÑOS! –le gritamos, arrojándole todos los papeles de colores.
-¡Ah! –gritó y comenzó a perseguirnos. Sus amigos quisieron incluirse y comenzaron a seguirnos también, y al menos yo me preocupé porque quince niños venían tras de mí. Entonces Isabela comenzó a detenerse.

-Isa, ¿estás bien? –preguntó su hermano, pero Isabela no respondía de la fatiga. Sus padres habían entrado a la casa un momento y no se daban cuenta de lo que pasaba. Pablo la levantó y la entró a la sala, pero antes les dejó dicho a sus amigos que sólo estaba muy cansada e iba a descansar unos minutos. Me volteó a ver y me pidió que me quedara con los niños y luego me diría si se le había pasado a Isabela. Vi como apoyaba su cabeza sobre la de ella en forma de caricia.
-Entonces, niños, ¿ahora qué hacemos? –dije no muy convencida de lo que hacía. No era fanática de los niños como algunas de mis amigas. Pero esos niños resultaron agradables y decidieron conversar conmigo sobre todo. Llegaron las chicas y chicos amigos de Pablo y míos y me ayudaron ellos. Fue cuando decidí entrar para ver a Isabela.
-¿Cómo está? –me dirigí a Pablo.
-Ya mejor, ¿no es cierto, Isa? –le sonrió dulcemente.
-Sí, sólo necesitaba sentarme y tomar agua, sólo eso…
-Me alegro.
-¿Puedo salir ya, mami?

Su madre se lo pensó un momento, pero pensó que de todos modos era su cumpleaños.

-Está bien, pero tu padre y yo estaremos cerca.

Los tres salieron y Pablo y yo quedamos solos. Pablo se restregó los ojos y se recostó en el sofá.

-¿Cómo estás tú? –me interesé.
-Bien, supongo. Pero preocupado –ahora me miraba-. El cáncer la hace sentir mal cada vez más.
-Lo importante es el presente, ¿lo recuerdas? Lo importante es que ahora está celebrando su décimo cumpleaños.
-Sí, supongo.
-Los chicos ya llegaron. ¿Quieres salir?
-Sólo si me dejas tomarte fotos –sonrió inocentemente, y a esa sonrisa no pude negarme.

Las velitas fueron sopladas, las fotos fueron tomadas y el pastel estaba delicioso.

-¡Qué rico les quedó, chicos! –exclamó Isabela, y Pablo, mi tía y yo nos miramos sospechosamente.
-Ahora a abrir los regalos… -propuso una amiga de Isabela.
-¿Puedo, papi?
-Claro, si tú quieres.

La gran pila de regalos esperaba por las manitas casi transparentes de Isabela. Decidió abrir primero un paquete azul que resultó ser un peluche precioso. Los otros regalos fueron muy bonitos también. Sus padres la obsequiarían hasta el lunes y ahora sólo faltaba el de nosotros los jóvenes y el de mi tía. A Isabela le fascinó el regalo de Pablo, mis dos regalos en uno también le gustaron muchísimo, el que le obsequiaron nuestros amigos, un CD de Disney, también le encantó y el de mi tía la llenó de emoción, pues era un estuche de maquillaje fantasía con espejo, estuches, máscara fría para los ojos y hasta red para el cabello.

Pidió permiso para abrirlo y cuidadosamente su madre hizo lo que pidió. Y comenzó el pequeño salón para chicas. Pablo no dejaba de tomar fotos y la estaba pasando muy bien, como todos los demás. Ya estaba un poco oscuro así que el salón de belleza fue en la sala del interior de la casa. Para que los amigos de Isabela no se aburrieran, Pablo, Julio y algunos otros los llevaron a entretenerse con videojuegos.
Poco a poco todos comenzaron a irse, pero todavía a las nueve de la noche había dos o tres chicos de cuarto grado.

La fiesta, en resumen, fue un éxito total.

-¿Cómo te la pasaste? –le preguntó la madre a Isabela cuando el último invitado se había ido y sólo quedábamos mi tía, Julio y yo de extras.
-¡Genial! Todo estuvo perfecto, me encantó.
-El domingo tu abuelita te quiere preparar un almuerzo, así que la visitaremos, ¿te parece?
-Muy bien –sonrió Isabela al saber que ese fin de semana ella sería el centro de atención y recibiría más regalos.
-Vamos afuera –nos dijo Pablo a su mejor amigo y a mí, ya que Isabela subió a su cuarto a probarse la ropa nueva que tenía.
-Muero del sueño –comentó Julio.
-Yo estoy más muerta que tú, te lo aseguro. Si me dijeran “vamos a una fiesta” creo que me negaría.
-¿Crees?
-De acuerdo, me negaría –Pablo rió de la tonta conversación que manteníamos Julio y yo, se acercó a mí y me tomó de la mano.
-¿Por qué no vamos a descansar todos, entonces? –preguntó.
-¿Me estás echando de tu casa? –amenazó Julio con un puño.
-Más o menos –contestó Pablo.
-¿De qué van a hablar en sus discursos de inglés? –cambié de tema.
-No tengo idea –vaya sorpresa de parte Julio-. Hablar de una noticia actual me parece aburrido, pero no hay nada que haya cambiado mi vida. Aún tengo tres semanas para pensar en ello.
-Yo tampoco sé de qué hablaré, pero porque han pasado muchas cosas que me han cambiado la vida. ¿Ves cómo hay más emoción en mi existencia que en la tuya, Julio?
-Sí, cómo no. ¿Y tú, Regina?
-Tampoco sé. Vaya grupo que formamos, somos unos indecisos.
-Ustedes pueden hablar de cómo el haberse conocido los cambió para siempre –rió Julio.
-Y tú puedes confesar lo que sientes al saber que varias chicas te quieren pero tú, por salsa, finges no querer a ninguna –le dije.
-¡Ya vas con cuentos de nuevo!
-En serio, Julio, ¿por qué no le haces caso a Marcela?
-Creí que habías dicho chicas.
-Sí, bueno, si quieres que te diga que medio colegio te ama te lo diré, aunque no sé qué tan cierto sea… Ay, de acuerdo, a varias personas le gustas –continué-, pero casi siempre sólo de físico. En cambio Marcela… Tú la quieres también, admítelo –no podía revelar de una vez que de verdad Marcela sentía algo por él.
-Cállense –puso en blanco sus ojos.
-¡Qué pareja! –Exclamó Pablo-. Ni ella admite lo que siente ni tú, pero de todos modos es más obvio que el hecho que el agua es transparente.
-Lo que pase, pasará –rió Julio.
-No si esperas a que suceda solo –dije.
-¿Y qué se supone que debo hacer?
-Primero admitir que la quieres.
Pasaron unos minutos y los tres permanecimos callados, cada uno absorto en sus pensamientos.
-¿Me acompañan a casa? Necesito un suéter –les pedí.
-Vamos –dijeron.

JellyYogurt daba ladridos enormes y de miedo cuando entré a mi jardín. Pablo comenzó a juguetear con él en lo que yo iba por mi suéter y Julio seguía metido en su cabeza.
Ya estaba de nuevo abajo y Pablo se levantó de inmediato, tomó su cámara y lo más cerca de la luz me tomó una foto.

-Qué linda –sonrió.
-Como siempre –dijo Julio poniendo de nuevo sus ojos en blanco-. No es que no lo seas –agregó rápidamente.
-Entiendo, entiendo, pero a ti te parece más linda Marcela –le sonreí dulcemente, sin ánimos de hacerlo sentir mal-. ¿Y ahora qué hacemos? –cambié de tema lo más rápido que pude.
-Tengo otro dolor de cabeza horrible, de los que ya sabes, Reggie –se quejó Pablo-. ¿No tienes nada en tu casa? Que en la mía lo dudo, siempre me las termino.
-Vamos, encontraré algo.

Esperaron en la sala en lo que yo rebuscaba entre mis cosas una pastilla contra el dolor.

-Ten, Papo –dije cuando al fin encontré una.
-¿Papo? –preguntó Julio.
-Sí, Papo –confirmé.



-¿Ya te había dicho que Julio admitió que le gusta Marcela?
-¿Cómo? ¿Cuándo fue eso?
-Anoche, cuando entraste a buscar un suéter. Estaba callado y yo seguía entretenido con JellyYogurt, y de repente me dijo que sí le gusta. No digas nada, se supone que yo no diría. No es que me haya pedido que no diga ni una palabra pero yo me le adelanté y se lo prometí.

El viento soplaba suavemente. Estábamos sentados en una banca del parque comiendo gomitas. Esa tarde casi no teníamos tareas.

-¿Y qué más dijo?
-Pues no va a esperar a que llegue lo que quiere, sino que peleará por ello, como le aconsejaste.
-Marcela va a estar feliz –me alegré.
-Recuerda que se supone que no sabes nada.
-Claro. Le irá bien, me imagino. Si yo no te conociera creo que le habría hecho caso a Julio, eso si él se hubiera interesado en mí.
-¿Ah, sí…?
-¡No me digas que estás celoso! –dije, dándome cuenta por su tono de voz.
-Por supuesto que no.
-Pues me alegro, porque nadie, nadie es mejor que tú –me apoyé en su hombro y cerré mis ojos.



-Linda, despierta –susurró Pablo.

Abrí los ojos lentamente y me di cuenta que seguíamos en el parque.

-¿Qué hora es?
-Las cinco –me contestó.
-Hmm… -y luego suspiré-. ¿Cuánto tiempo dormí?
-Unos cuarenta minutos, más o menos.
-¿Y tú qué estuviste haciendo?
-Disfruté tenerte a mi lado y poder tener tan cerca tu cabello. Huele delicioso, ¿lo sabías?
-Tú hueles delicioso, Papo, no yo.
-Eso podría discutirse. ¿Regresamos a casa?
-Muy bien.
-¿Regina?
-¿Sí?
-¿Cómo estás? ¿Enojada, molesta, feliz…?
-No lo sé… ¿Por qué lo preguntas?
-Porque no sé que te parecerá saber que también te tomé fotografías mientras dormías.




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CAP DIECINUEVEEEE! :D recuerden que el capítulo 18 ya fue actualizado (vayan a esa entrada y ahí lo encontrarán más largo :D)
Ojalá les guste este capítulo!!

Mil gracias por su apoyooo (: ya tengo escrito el capítulo veinte, pero se los publicaré en un par de días!! No sé si mañana voy a tener internet (ahorita tengo uno inalámbrico prestado que los tontos de la compañía cortaron sin querer el internet de toda la colonia ¬¬) pero espero publicaar al menos en mi otro blog...

Los quiero mucho! De veras ojalá les guste ^^
0

CAPÍTULO DIECIOCHO YA ACTUALIZADO.

Está en la misma entrada! Check it!

GRACIAS POR TODO SU APOYO! (:

Seguiré escribiendo :D

17 de febrero de 2010

6

¿Eliminar mis blogs?

http://wildheartssunglasses.blogspot.com/2010/02/eliminar-mis-blogs.html

No creo que lo haga, en serio. Pero Dioooooooooooos estoy frustrada! Y ni sé muy bien por qué!! Será por el estupiditis malditis estrés o emoidad? -_-

13 de febrero de 2010

4

BLOQUEO DE ESCRITORA

Hoy no voy a publicar capítulo :S Les aviso para que noo piensen que no me importaa que sepan cuando sí o noo publico o eso...
No posteo no porque no quiera; me importaa muchoo el blog y, obviamente, ustedes!!!

La razón de por qué no escribo aún: POR DIOOOOOS ME FALTAAA INSPIRACIÓOOOOON... No sé qué escribiir!! Me quedé comoo estancadaaa en la historiaa!!!!!! Y además tengo dos proyectoos para el lunees y un examen de bioloo largo -_- Y hooy tengo muchoo sueño y quiero reponeer energías durmiéndome temprano (: Voy a salir a caminaar o algoo para inspirarme porque de veraas de veraas tengo bloqueoo de escritoraa (vayaa... que presumida al darme títuloo de escritora :S XDXD). ¿Saben de técnicas para distraerme y que al mismo tiempo me vengan ideas para la historia? Aghh que estrés... Y Diego, tranquilo! Falta mucho drama para Luz Bajo las Sombras, lo que pasa es que no sé cómo continuar. Y no quiero seguir sólo dándole vueltas al amor entre Pablo y Regina, porque no quiero que la historia sea sólo historia de amor y besos! ¿Me entienden? Ya tengo ideas pero no cómo seguir... Veré qué hago. Y si pueden ayudarme, SERÍA PERFECTO.
Perdón y porfis no me presionen :S Nunca he sentido presión de su parte, pero si eso pasara sólo me bloquería más! :D

De seguroo se me pasará y ya mañana escriba, pero nadie sabe.


LOS QUIERO MUCHÍSIMO.
APM (:

Por cierto, en mi otro blog he subido fotos mías XDXD sólo por si quiereen saber quien está detrás de todo esto... Hmm no son de las mejores fotos, pero me da igual!! :D
MMMM y gracias por sus comentarios... Estuvieroon deliciosos. Impidieroon que muriera de hambre :D pero quisiera que me alimentaran MÁS de comments para que mi estómagoo de letras esté MÁS feliz (: Y también gracias a mis nuevas seguidoras! Bienvenidas.

9 de febrero de 2010

15

CAPÍTULO DIECIOCHO. La piedra.

La película terminó y me acurruqué más en el hombro de Pablo. Deseaba pasar la noche entera en esa posición. Pablo olía delicioso como siempre. Lo miré y vi que tenía los ojos cerrados. Seguramente no le atraían tanto las películas de amor como a mí, pero de todas formas se había sacrificado para que yo la pudiera ver. Abrió los ojos de repente.

-¿Ya terminó? Ah, sí. Me gustó mucho –me reí cuando dijo esto y me volví a acomodar-. ¿Cómo estás? –preguntó dulcemente.
-Excelente. ¿Por qué? –ahora había vuelto a levantar la cara y lo miraba de frente.
-Sólo quería saberlo.
-¿Y tú cómo estás?
-Nunca he estado mejor. ¿Me acompañas afuera?

Salimos tomados de la mano y sólo él sabía a dónde nos dirigíamos, pero íbamos a paso lento. Llegamos a donde habían muchas piedras y rocas, y una separada de las demás de forma muy extraña. Podía ver esto claramente porque había luces iluminando el lugar.

-Te reto a buscar la piedra que sea la más diferente de todas. Si ganas, te compro un helado.
-¿Será de Ciro? –bromeé.
-De la heladería que quieras –prometió.

No me separé de él y lo jalé de la mano. A él debió gustarle porque pude ver una sonrisa asomarse a su boca. Decidí dirigirme primero a la piedra que estaba separada del resto, pues se me hacía curiosa, como si tuviera manchas. La sostuve entre mis manos y, cuando la examiné mejor, me llevé una gran sorpresa.

“¿Quieres ser mi novia?”, se leía con marcador permanente. No podía creer lo que estaba leyendo y por eso no le quitaba la vista de encima a esa mezcla de minerales que tenía en mi mano libre. Me acerqué más a la luz y esta vez si solté a Pablo pues estaba emocionada y asombrada. Lo volteé a ver cuando estuve más que segura que era eso lo que decía y él sonreía enormemente.

-¿Qué dices? –preguntó, y yo ya sabía la respuesta. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, seguido de un abrazo y un pequeño sí. Él besó mi cabello y me apretó levemente contra él.



Los chicos, como Pablo y yo ya sabíamos, no tardarían en enterarse de la gran noticia. Las chicas gritaban y nos abrazaban; los chicos felicitaban a Pablo y daban pequeños abrazos también.

-¿Cómo fue?
-¿Cómo se te declaró?
-Más importante, ¿cómo te cayó?
-¿Qué no es lo mismo?

La noche fue larga, larguísima. Yo estaba muy feliz, por supuesto.

Eran ya las cuatro de la madrugada y todos seguíamos despiertos. No nos importaba nada que al día siguiente tuviéramos clases, estábamos bien. Me separé un momento del resto para llamar al resto de las DIMBRIM, sin contar a Isabela, y mensajearme con Mariano. Mi corazón rebosaba de alegría y las mariposas en mi estómago estaban más alocadas que nunca. ¡No podía dejar de sonreír! Pablo ahora sí era mío.

“¡Ven ya, linda!”, recibí un mensajito de él. Miré hacia donde estaba y pude ver que me sonreía abiertamente. No lo dudé y corrí hacia él. Me tiré en sus brazos y él me devolvió fuertemente el abrazo, seguido de un beso fugaz en la mejilla. Estábamos rodeados de nuestros amigos pero sentíamos que éramos los únicos dos en el mundo.

-Te quiero –susurró.
-Lo sé –le dije-. Pero no más que yo.

Al fin nos fuimos a dormir. En el dormitorio de las chicas en realidad no dormimos, porque me atacaban con preguntas a cada instante, risas y bromas.

-Me alegra que seas feliz –esbozó una sonrisa Andrea-. Te ves de lo más contenta. Lo mismo digo de Pablo.
-Gracias –sonreí también-. Vaya, estoy muy emocionada. ¡No creo que pueda dormir!
-No tenemos por qué hacerlo. ¡Cuéntanos todo otra vez! –exclamó Dani.
-Están locas –me reí y les aventé algunas almohadas.
-Hey, ya sabes lo que significa… -Bea sacó el libro de las DIMBRIM. Andrea y las demás preguntaron qué era y, al explicarles, no insistieron pues sabían que era personal y exclusivo de nuestro grupo.

“¡¡¡¡PAPO ES MI NOVIOOOOOOO!!!!”, anoté feliz de la vida. “¡HEY! ¡Tengo novio! Y este sí va en serio… (: ¡¡Te quiero muchísimo Papo!!”.

El trabajo estaba hecho.



El fin de semana en la playa había estado lleno de sorpresas. Había sido agotador, es cierto, pero muy especial, al menos para Pablo y para mí. Fue una noche de 3 de julio que yo nunca iba a olvidar.

El lunes me llevó una rosa.

El martes, un chocolate.

El miércoles imprimió una foto de ambos y escribió abajo “¡Te amo mucho!”.

El jueves me entregó su collar de pita, el que era muy popular entre los chicos en ese momento. Y sí, olía delicioso.

El viernes fue especial, pues me llevó en el auto de su madre a comprar el helado de Ciro que me había prometido. Estaba exquisito, sin lugar a dudas, pero pasar tiempo con él era mucho mejor.

Y ese sábado que cumplíamos apenas una semana de novios fue increíble. Me preparó panes, los sándwiches de mi padre. Pablo era definitivamente único. Era el mejor.

-Así celebramos nuestra primera semana de aniversario –dedicó su hermosa sonrisa-. Una sorpresa cada día y una sorpresa especial el séptimo.

No sabía qué cara tenía puesta, pero debió de ser tal que Pablo se puso serio.

-¿Estás bien?
-Sí, sí, lo estoy. Es sólo que estoy muy asombrada. Estoy feliz, estoy de lo mejor. Pablo, nunca cambies, por favor –lo miré directamente a los ojos. Él se acercó a mí y posó suavemente sus labios sobre los míos.
-Tampoco me voy a ir, jamás te dejaré.

Le sonreí y comimos los deliciosos sándwiches que había preparado.



El cumpleaños de Isabela se acercaba cada día más y más. Yo ya le tenía preparado su regalo: una lámpara blanca con flores rosadas muy bonita y un vestido con círculos verdes. Además, con la ayuda de Pablo, le iba a preparar un pastel especial.

-Yo no sé qué regalarle –me confesó mi novio.
-Te acompaño al centro comercial y te aconsejo –le propuse.

Nos dirigimos a una de las tiendas favoritas de Isabela y encontramos un regalo perfecto para ella: un paquete de tres medias de colores, unas azules, las otras rosadas y las otras verdes. Isabela amaba las medias, así que ese regalo le encantaría. Pagamos y salimos de la tienda.

-Como el 27 de julio cae martes, le celebraremos los diez años el viernes 23. Dijo que quería invitar a algunos de sus amigos a casa, tú estás incluida, me imagino –iba contándome Pablo.
-Aunque no recibiera invitación ahí estaré –sonreí-. ¿Cuál es su pastel favorito?
-Siempre cambia de gustos… Pero sé que le encanta el de queso y Oreo.
-¡Ese es sabrosísimo!
-¿Se lo preparamos?
-Por supuesto. Mmm, ¡ya lo estoy saboreando!

Al llegar a casa de Pablo, quise ir a platicar un rato con Isabela. No se notaba tan cansada como las últimas veces que la había visto. Eso me aliviaba.

-Hola, Isabela –saludé.
-Hola, Isa –saludó su hermano.
-Shh, ¡estoy jugando! –alegó.
-Lo siento –me reí. Isabela fingía estar recelosa conmigo por haberme vuelto la novia de Pablo, pero yo no creía que de verdad sintiera eso. Sus padres habían respondido muy bien cuando lo supieron, así como mi tía y mi madre.
-Perfecto, hiciste que perdiera, Regina –me dirigió una mirada fulminante-. No importa, de todas maneras ya había perdido las primeras setenta veces.
-Ya lo lograrás –la animó Pablo. Luego le quitó el control del juego y se perdió en la pantalla.
-Eres un adicto –me reí, pero ni siquiera me escuchó-. Entonces, Isabela, Pablo me estaba contando que invitarás a tus amigos el viernes antes de tu cumpleaños.
-Así es, pero no a todos. Tal vez sólo a quince –“menos mal”, pensé-. Tú y las chicas también pueden venir, y supongo que los otros amigos de Pablo vendrán.
-Se va a armar parrandón –bromeó Pablo, y me sorprendí pues pensé que no nos estaba escuchando.
-¿Estás emocionada, Isabela?
-¡Claro! Hace mucho que quiero tener diez. ¿Tú cuántos años tienes?
-Quince –me encogí de hombros.
-¿Y cuándo cumples dieciséis?
-El 25 de septiembre.
-¿Lo celebrarás?
-Quizás, no lo he pensado –eran muchas las preguntas de la niña.
-¿Y celebraste tus quinces?
-Hice una fiesta en mi casa con muchos amigos. ¿Tú quieres una?
-Sí, pero no en casa sino en un gran salón y con un gran vestido. ¿Por qué no lo hiciste así?
-Porque, a veces, se nos quita la ilusión de un gran vestido –sonreí.
-Otras escogen viaje, ¿no es así?
-Exacto.
-Yo tendré mi fiesta. Una gran fiesta. Mi vestido será morado y tendré una pequeña tiara en mi cabeza, como la de mi prima Jimena. ¿Te acuerdas, Pablo?
-¡Muévete! –le gritó Pablo al televisor.
-Sabía que te acordarías –sonrió su hermana.



Esa tarde de domingo se alargó y en un dos por tres llegó el lunes de la siguiente semana, la semana en la que celebraríamos el cumpleaños de Isabela. En la clase de inglés la maestra nos explicó las conferencias que tendríamos que dar ese bimestre.

-Deben escoger entre dos temas: hablar de un suceso que les cambió la vida o de una noticia actual importante. El discurso deberá tener una duración mínima de dos minutos y medio, que ni se les ocurra hablar menos. Calificaré todo, como siempre: pronunciación, postura, tono de voz, uso de los verbos, etc.

Todavía no tenía pensado sobre qué hablaría, pero no me preocupaba, pues mi presentación era para casi más de un mes.

En el tiempo que teníamos libre durante el colegio, Pablo a veces la pasaba conmigo, las chicas, Mariano, Rodrigo y otros o yo la pasaba con él y Andrea, Fernanda, Julio y los demás. Casi siempre estábamos juntos. Santiago nos fulminaba con la mirada cuando nos tomábamos de la mano para caminar, pero a mí no me importaba.

Yo, ese lunes, tenía cosas más importantes en mi cabeza: ese viernes ya era el décimo cumpleaños de esa niña tan especial, yo debía estudiar para tres exámenes para el día siguiente, terminar un ensayo de sociales y hacer mi tarea de matemáticas. Ahora me daba cuenta que debía haber adelantado el fin de semana, como hizo Mariano. El estrés me estaba matando.
Pensando en Mariano decidí llamarlo para relajarme un poco. No hablábamos de casi nada importante, pero él siempre me hacía ver la tarde con una sonrisa, trabajo que era la especialidad de Pablo pero en ese momento él estaba en casa de Julio terminando un trabajo en grupo.

-El otro fin de semana, cuando me vea con Cecilia, le pediré que sea mi novia –me contó mi mejor amigo.
-¡Eso es genial! En cuanto suceda lo que suceda me llamas, ¿de acuerdo?
-Claro, lo haré –rió nerviosamente-. Estoy casi seguro que dirá que sí, porque ya somos conectes, ¿no crees?
-Sí, también lo pienso.
-¿Y cómo te va con Pablo?
-De maravilla. No llevamos tan siquiera un mes pero sí que se ha pasado rápido el tiempo.
-Llegarán lejos, eso es lo que yo pienso. A menos que suceda una catástrofe.
-Pues ojalá no –me preocupé.
-¿Cuánto te falta para terminar las tareas?
-No he estudiado física ni inglés, pero ya hice mate, mi ensayo y ya estudié contabilidad.
-¿Entonces qué esperas? ¡Termina de estudiar!
-Pero es que no tengo ganas y, como ese maestro no explica nada bien, no entiendo nada de física.
-No me vengas con mentiras, Regina. Eres buenísima, lo que pasa es que eres perezosa.
-¡No es cierto!
-Claro que lo eres. Yo ya terminé todo… Si quieres llego a tu casa, pero para ayudarte a concentrarte.
-¿Y cómo vas a venir?
-Le pediré el favor a mi hermano. Me lo debe, de todas formas.

Así que Mariano vino a mi casa y, antes de las diez de la noche, terminé lo que pensé que me llevaría la noche entera.




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:D hope you like it!

8 de febrero de 2010

YO SÉ :S ya es lunes y no hay capítulo :S
MIS HERMANOS TIENEN LA CULPAAAAA. No me prestaron la compu ayer pero ni una horaa!! Y ahorita tengo tareas, pero yo creo que para mañana o el miércoles si tengo tiempo subo el nuevo cap...

Ahoritaa estooy haciendo biolo :P reacciones químicas ^^ me gustaa! Pero llegué a una que no puedo hacer porque está súper rara...

Okay, si hoy me sobrá tiempo sigo escribiendo el cap :S Lo sientooooooooooooo...