Fue, sin duda alguna, el peor lunes de la historia. Las chicas me dirigían miradas horribles, no me atrevía a mirar a Santiago y al parecer todos los chicos se habían enterado del chisme. Los únicos que me trataban de la misma forma eran Mariano, Rodrigo, Pablo y los amigos de Pablo.
Pero eso no me preocupaba tanto como saber que en dos semanas podría realizarme la prueba de embarazo y descubrir si algo de lo que no estaba enterada estaba ocurriendo en mi cuerpo. Mariano fue a la farmacia, claro, pero no tenía sentido hacer el test de inmediato pues no funcionaría.
Las dos semanas pasaron más rápido de lo que esperé, por una parte era bueno pues no era grato soportar a todos en el colegio y siempre esperaba la hora de la salida para liberarme, pero por otra parte era muy malo porque la cercanía a saber mi destino volvía a hacerme presa del pánico.
Llegó el momento esperado para la verdad. Mi corazón estaba tan cercano a salirse de mi pecho que tuve miedo a quedar muerta ahí mismo y no haberme enterado nunca. Y llegó la gran sorpresa.
Dio negativo.
No cabía en sí de alivio y alegría, era tanto que me puse a llorar. Llamé a Mariano, el único bien enterado además de Santiago y yo, y le conté la noticia. Decidimos salir a celebrar comiendo un helado al centro comercial u otra cosa así de patética.
Mariano suspiró por onceava vez.
-Tranquilo, ya pasó todo –le tranquilicé.
-No sabes el miedo en el que me tenías -alegó.
-¿Tú tenías miedo? ¿Cómo crees que estaba yo?
-Lo sé, lo sé. Ahora lo sabemos todo –sonrió-. No pasó nada además de besos.
-Quizás. El punto es que si pasó algo más o tuve mucha suerte o él se protegió, no sé –me avergonzaba hablar de estas cosas, más con un chico.
-¿Has hablado con Santiago ya?
-No, y no lo pienso hacer. Me engañó, me tendió una trampa. No le dirigiré la palabra nunca más.
-Como quieras… Pero pienso que deberías enfrentarlo y hacerle saber que no le tienes miedo.
-No le tengo miedo. Es solo que no quiero saber de él.
-De acuerdo –me dijo.
-Mariano, te agradezco como no tienes idea lo que has hecho por mí. Para serte sincera, primero habría buscado la ayuda de una chica, pero al parecer me he quedado sin amigas.
-No te preocupes, no me molestó ayudarte. Y con lo de las chicas, ya todo se arreglará. Todo es drama en el mundo de ustedes, drama que acaba pocas semanas después.
-No creo que esto sea como una pelea cualquiera. Es algo más serio, y yo no las culpo. Si alguien me lo hubiera hecho a mí, creo que fingiría no haberlo conocido en la vida.
-Todo va a pasar algún día, Regina. Aunque tarde años.
-Es que no quiero que sean años. ¿Sabes? Ellas han sido las únicas amigas verdaderas que he tenido. Imagínate eso, hace muy poco que las conozco pero he notado la diferencia. En la ciudad tenía amistades falsas, y es hasta ahora que me doy cuenta. No quiero esperar años para lo que esperé toda una vida y ahora perdí por una estupidez.
Mariano ya no supo qué decir. Continuamos caminando y él pasó su brazo por mis hombros, para tranquilizarme. En eso nos encontramos a Pablo y dos de sus amigas que estaban en mi grado, también. Él llevaba una camisa gris manga larga y un collar de cuero.
-¿Regina? ¿Mariano? Vaya, no sabía que andaban juntos –bromeó.
-No andamos juntos, solo nos demostramos algo de cariño, cosa que te hace falta a ti –sonreí-. ¿Qué hacen aquí?
-Nada, quería comprar unos lentes de sol pero no los encontré –explicó Andrea, una de las chicas.
-Nosotros veníamos a celebrar –contó Mariano-. Con helados –enseñó.
-¿Celebrar? ¿Qué cosa?
-Algo –añadí rápidamente. Que… que ya pronto empieza marzo, no sé.
-Oh, sí. Marzo es un gran mes –presumió Pablo-. En especial el 14. Dicen que los ángeles bajaron ese día.
-Sí, desterrados del Cielo directo al Infierno, seguramente –dijo Mariano.
-¿Cumples el 14 de marzo? Intentaré olvidarlo.
-No podrás –replicó Pablo-. Nadie puede.
-Bueno, señor ególatra. Nosotros nos vamos –dije.
-Espera. ¿Puedo hablar a solas contigo? –se dirigió a mí.
-Eh… sí, claro.
Nos separamos del grupo dirigiéndonos a ningún lugar en especial.
-Entonces… ¿Pasa algo? –pregunté.
-Solo quería saber… Claro que no es asunto mío, yo sé, pero…
-¿Qué?
-¿Es cierto todo lo que dicen de ti y Santiago? –lanzó.
-¿Qué es lo que dicen? –fingí indiferencia, pero estaba alarmada por dentro.
-Que el día de la fiesta en tu casa desapareciste con él…
-No fue solo con él, fue con los otros chicos también.
-Eso lo sé, yo los vi -¿Cómo? ¿Pablo nos vio?
-Bien, pues es cierto. ¿Solamente? –agregué velozmente.
-Ten cuidado, Regina –susurró.
-¿A qué le debo tener cuidado?
-Santiago no es lo que parece. No le importan las clases y no respeta a las chicas.
Genial. Había esperado hasta este momento para decírmelo.
-De acuerdo… Tendré cuidado –pausé-. Pero no pasó nada. Al amanecer con él pensé que algo malo habí… -me corté. ¡¿Acaso había revelado mi secreto?!
-Amane… ¡¿Amanecer con él?! –exclamó-. ¿Pasaste la noche con él?
-Pues… Bueno… Las chicas lo sabían –me defendí. Pero en ese momento me di cuenta que la chicas no le habían dicho a nadie lo de las fotos, se habían mantenido leales.
-Regina, ¿en qué pensabas? ¿Cómo se te ocurrió hacer algo así? Es un imbécil –agregó.
-Imbécil o no, no es asunto tuyo, Pablo.
-Lo es.
-¿Ah, sí? ¿Desde cuándo eres mi dueño y controlador?
-Desde nunca, pero no debió hacerlo. Es decir, no debió engañarte y emborracharte. No me metía en nada de sus cosas cuando las chicas con las que jugaba eran desconocidas mías o apenas me importaban, pero yo te conozco.
-¿Y yo te importo? –le encaré.
Se quedó mudo.
-No te metas, Pablo, por favor –le dije.
-Vámonos –cambió de tema inesperadamente. Sospeché que planeaba algo en su cabeza, pero no quise averiguar qué era.
Llegamos a donde estaban los demás y era hora de separarnos, pues mi tía no me había dado mucho tiempo libre y Mariano también tenía que regresar a su casa. Seguía pensando en mi conversación con Pablo. ¿Por qué le interesaba tanto si Santiago había sido un irrespetuoso conmigo? Además, yo le había dado las oportunidades para que lo fuera, ya que yo tampoco me había respetado a mí misma.
-Llegamos –me sacó de mis pensamientos Mariano.
-¿Cómo es que tienes permiso para conducir si solo tienes quince? –eso de que casi todos tuvieran un carro menos yo empezaba a molestarme.
-Tengo permiso especial. Pregunta por él, pero tu tía tendrá que hacerse responsable por ti en caso de accidentes.
-Entonces no contaré con tenerlo –dije. Él rió y luego nos despedimos.
Entré la casa a hacer lo que me había pasado haciendo durante mis días de preocupación: nada. Ahora no es que ya no estuviera triste, pero se había reducido gran cantidad de mi angustia al saber que no estaba esperando un bebé.
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Otra veez en dos partes porque esto no sirve ¬¬ sorry :S
2 comentarios:
sube pronto! me encanta tu blog :)
Hola,hace mucho que no pasaba por tu blog,esta muy bueno,me gusto desde el primer capitulo,ya quiero que salga el proximo!!
cuidat..
XOXOXO
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