Melinda Haynes dijo:

"Forget all the rules. Forget about being published. Write for yourself and celebrate writing".


Seguiré el consejo de Melinda Haynes.

30 de diciembre de 2009

1

CAPÍTULO OCHO. Preocupación, llanto y tristeza. [Parte DOS]

Pasaron unas tres horas y decidí salir al jardín. De pronto, al otro lado de la carretera, me fijé en un grupo de gente. Fue muy grande mi sorpresa al ver que eran mis compañeros de clase. Decidí acercarme, sin importarme mucho que se me quedaran viendo con esas caras que siempre me hacían. Me preocupé cuando me di cuenta que era una pelea.

-No te metas donde no te importa –oí decir a Santiago.
-Me meto donde se me da la gana –escuché otra voz, y me preocupé el doble. Era Pablo. Había hecho lo que le rogué que no hiciera.
-Bueno, ¿y qué si me llevé a Regina de la fiesta y pasé con ella la noche? –sentí un balde de agua fría caer sobre mi cabeza. Así que las chicas no habían dicho nada, pero Santiago se había ocupado de difundir la palabra. Conforme me acercaba a la pelea, todos me abrían paso mirándome fijamente.
-No sé qué fue lo que hicieron, y no quiero saber. Pero es hora que comiences a respetar a las mujeres, Santiago. No me importaría si no conociera a Regina.
-Dices que la conoces, entonces debes saber que es una chica muy fácil –eso volvió a herir mi corazón que creía ya no podía sentir más dolor.
-Cállate –exigió Pablo-. Puede que sea fácil, o puede que tú hayas estudiado maneras para engañarla o seas un poseedor de drogas.
-¿Drogas para qué?
-Para dormirla, imbécil –esto comenzaba a ponerse rudo. Temerosa de estar en la primera fila, pude ver desde la segunda como Santiago se le acercaba a Pablo y lo empujaba. Cada uno estaba rodeado de sus amigos, los de Santiago se miraban tontos, al contrario de los de Pablo que intimidaban.

Pablo le devolvió el empujón.

-No vuelvas a tocar a nadie, Santiago –le dijo-. Al menos no a nadie que conozca –entonces se volteó, y supuse que estaría listo para irse, cuando Santiago continuó:
-¿Acaso te gusta la nueva que por eso la defiendes tanto?

Pablo se detuvo y lo miró a la cara.

-Si me gusta o no, no te interesa. Y haría lo mismo por cualquier chica que sea mi amiga.
-Sí, claro –se burló-. ¿Tu hermanita entra en la lista no? –Pude ver como Pablo cambiaba su cara un poco más relajada a una llena de furia-. O… ¿cómo la llamas? Ah, sí, Star Catcher –e hizo una mueca.

Pablo no aguantó y se aventó a darle un puñetazo. Santiago cayó al suelo, y su contrincante lo dejó ahí y se volteó por segunda vez para irse.

-Vamos –siguió Santiago-. ¿Te molesta que lo diga en público? ¿No tendrá mucha importancia a la hora de su entierro, verdad?

Eso, definitivamente, molestó a todos. Pero Pablo solo se detuvo, sin voltear. Julio se acercó y le puso una mano en su hombro. Y Pablo no hizo nada, solo siguió adelante.

-Pelea contigo mismo, Santiago –le dijo Julio-. A ver cuántas horas tardas en darte cuenta que ganador y perdedor serás tú mismo.
-Nadie te está invitando en la pelea, amigo –dijo el otro.
-No soy tu amigo –dejó claro Julio-. La verdad, nunca lo hemos sido –y él y su grupo se fueron también.
-Claro, son unos cobardes. Lárguense, así no saldrán golpeados.
-El único lastimado has sido tú –dijo una voz entre el gentío que servía solo de espectador. Todos se comenzaron a alejar diciendo cosas parecidas. Pero a mí ya no me importaba saber a donde iban o qué harían o qué estarían diciendo los demás. Me interesaba una persona en especial.

Lo encontré en el parque. No había nadie ahí, él estaba solo, sentado en una banca. Me acerqué silenciosamente. No me atreví a sentarme a la par de Pablo.

-¿Tú le contaste lo de los sobrenombres? –preguntó, sin mirarme.
-¿Qué? No, claro que no –dije desesperada.
-Sólo tú lo sabías –continuó.
-Te prometo que nunca dije nada, Pablo. Créeme.
-¿Cómo lo supo entonces? –comenzó a alzar la voz.
-Yo… yo… no sé.
-De seguro se lo dijiste esa noche.

Ya no soportaba más. Esa noche nunca debió haber pasado. ¿En cuántos problemas no me había metido ya? Y ahora Pablo dejaría de hablarme por algo de lo que no era culpable. Nuevamente, solté lágrimas. Esos días parecía más una bebé que una adolescente. No paraba de llorar por cualquier cosa que me pasaba, y no intentaba resolverlo de otro modo.

-Basta de llantos, Regina –soltó.
-Lo siento, Pablo, pero es cierto. No recuerdo haber mencionado nada. No recuerdo nada de lo que pasó.
-O sea que dices que existe la posibilidad que sí se lo hayas contado.
-No lo sé, pero nunca tuve esa intención. Por favor, Pablo, por favor, no te enojes conmigo. Nadie me habla, todos están molestos debido a cosas que no debí haber hecho esa noche. Pero, por favor, tú no –seguí.
-¿Acaso te importo? –preguntó lo mismo que yo le había preguntado aquel día en el centro comercial.
-Sí –le respondí-. Me importas mucho. Y, sinceramente, no sé por qué. Pero tú me has defendido, tú también has demostrado que yo te importo. Por favor, te lo suplico, no te enojes conmigo.

Nos quedamos en silencio un momento. Él, en la misma posición con la que l había encontrado. Yo, con mi patética postura, parada y llorando.

-Siento mucho todo lo que está pasando, Regina.
-No tienes que sentirlo. Todo ha sido mi culpa.
-Pero puedes corregirlo.
-Eres igual que Mariano. Él dice que todo va a pasar, pero yo quiero que todo pase ya.
-No va a pasar si tú no haces que pase –dijo. Ahora ya había volteado a verme, y yo lo miraba a los ojos.
-Lo sé –susurré-. Es sólo que no sé cómo hacer que pase.
-Lo descubrirás –esbozó una leve sonrisa. Luego me indicó que me sentara a su lado. Me acerqué y volvimos a quedar en silencio un momento-. Lo descubrirás –repitió de nuevo.



Una nueva semana había empezado, y casi nada había mejorado. Isabela me había convencido en hablar directamente con Bea y explicarle todo y, más importante, pedirle perdón. No sabía si funcionaría, pero decidí probar, para hacer que pase, como dijo Pablo.

-¿Bea? –me acerqué cuando terminó la clase de Historia. Ella y Marcela se me quedaron viendo, sin decir ni una palabra-. ¿Podría hablar contigo un momento, por favor?

Bea se levantó y nos dirigimos al área de atrás.

-Bea, no sé como empezar –admití-. Pero lo intentaré. No sé qué fue lo que hice el sábado. No sé por qué lo hice. La tentación de ir a una discoteca y beber y fumar… Debes entender que era algo que yo hacía muy seguido en la ciudad. Se me ofreció la oportunidad y… yo me pasé. Usé mal esa oportunidad. No recuerdo nada de lo que pasó, absolutamente nada. Tienes que saber que nunca lo hice con conocimiento de lo que hacía, y menos para herirte.

Ella sólo me observaba.

-¿Crees que esa excusa mal planeada funcionará? –me soltó, y luego regresó con Marcela.

Lo había intentado. Prometieron que si lo intentaba, funcionaría. Las promesas serían algo más en lo que ya no creería.



___________________________
Okis sorry por no publicarlo el dia de la primera parte pero no me dejo publicar esta cosaa ¬¬ y ayer no estuve en mi casa!!! Ay les publico el capítulo nuevee pronto :D

Feliz año nuevo adelantado!! Y les platico de los blogs recomendados... La Chica de la Luna es sobre una chica de 17 años que se va a vivir con su madre y la familia de su padrastro. Cosas raras empiezan a pasar, pero todavía no ha descubierto qué! Deseo Ser Popular es... pues a mí me dio risa! En buen plan, verdad. Es sobre una chava pues que desea ser popular. Y Cuando Estás Enamorada ya es una historia que va bastante avanzada, pero que leeré completa. Por el momento no llevo mucho, pero está bonita. Por el título pues imagino qué pasará! Recuerden que los links están en la pequeña lista de la derecha. Bye bye!

1 comentario:

Marcy dijo...

Hola!! Bueno ps aqui me gusto mucho este capitulo pero espero que pronto se reconcilien mm bueno me voi pro que no tengo mucho tiempos e esta llendo la luz en mi casa :( nos vemos:)